La frustración en artistas musicales

No encontré al autor del meme: Sos un crack, sabelo.

En la práctica clínica hay discursos que se repiten como disco rayado, el no sentirse suficientes como artistas musicales es un tema que tiene el loop puesto. Más allá de las singularidades que se entraman en cada caso, hay algunas generalidades que nos invitan a pensar acerca de la etiología de la frustración en músicos y músicas.

A lo largo de su historia, la música y por ende la educación musical, adquirieron fuertes connotaciones de lo divino, lo perfecto y lo inalcanzable. Jorquera Jaramillo (2006) resume algunos de estos aspectos, contando que en la antigüedad se concebía a la música como un producto divino. Asimismo el hecho de que la música sea un lenguaje comprendido por una inmensa mayoría, mientras que solamente una ínfima minoría es capaz de emitirlo, hace del/la artista musical un ser parecido a los dioses (Arazi, 2017). (Evidentemente hace falta mucho narcisismo para llegar a ese pedestal ¿no?, quizás con esto podamos comprender algunos posicionamientos, que a veces resultan insoportables para el grupo, pero ¿necesarios para el escenario?… dejamos la pregunta para otro artículo.)

Hacer música contribuía a mantener un estatus social y la sociedad aristocrática del siglo XI tenía un ideal de caballero rico cristiano, este incluía que los niños de clase alta supieran acerca del arte musical (Jorquera Jaramillo, 2006). Dato que contrasta de manera abrupta con las nociones que circulan con frecuencia en la actualidad, donde dedicarse a la labor musical carece de prestigio y de buen augurio económico. Entonces por un lado circula la destreza musical “necesaria” como inalcanzable para ser, por otro, dioses sin prestigio; una encrucijada que tironea y no afloja.

Estas nociones de endiosamiento y perfección distan mucho de quedar en el pasado y es frecuente encontrarlas en el “modelo conservatorio”, que con su idiosincrasia promueve el miedo escénico y la alta tasa de abandono (Fernández & Escoda, 2015). En este modelo se puede encontrar a la evaluación entendida como patología según Litwin (1999), donde se la concibe como el estímulo más importante para el aprendizaje. Con lo cual la actitud evaluadora invierte el interés de conocer por el interés por aprobar, en tanto se estudia para aprobar y no para aprender.  

Esto generalmente viene acompañado de lo que Gheiler (2012) denomina “educador narcisista”, el que privilegia el rol de transmisor de conocimientos y se ubica, por decirlo así, entre los conocimientos que él adquirió y los que él transmite. Su lugar queda delimitado por el conocimiento y, ya que es él quien lo posee, está centrado en sí mismo. Es el típico educador narcisista que, en mayor o menor grado, se ve impedido o limitado de estar atento a otras cosas. Por eso a estos docentes no les parece importante conocer las razones que subyacen a las conductas con sus estudiantes y, mucho menos, desarrollar metodologías y técnicas para abordarlas. Esta crítica que realiza el autor es de suma importancia, dado que este posicionamiento impide construir al sujeto, ya que no hay sujeto sin reconocimiento recíproco.

El fuerte arraigo de la imitación y la repetición como metodología de enseñanza y la idolatría hacia los docentes, generan procesos des-subjetivantes en los/as artistas. En palabras de López Molina (2012) el exceso de institución coarta el propio deseo, generando obediencia ciega y alienación. Esto es, el estudiante termina deseando lo que el docente desea de él. La propia subjetividad queda relegada, y nada más estéril para la producción artística que un artista desubjetivado.

Podemos pensar que tenemos artistas frustrados porque han quedado desubjetivados frente a un sistema que pretendió alienarlos con un ideal. En las instituciones, se suele aprender a ver el mundo desde una sola perspectiva, la selección curricular nos conduce a una apreciación particular del mundo. Esto al ser considerado el lugar de “saber legitimado”, hace que quienes llevan su formación por fuera de este sistema, caigan también en estas idealizaciones.

Nos encontramos en una época repleta de aprendizajes múltiples como el juego o el tutorial. Aprendizajes no oficiales, que surgen del interés particular o bajo estilos novedosos y personales, de origen extra-áulicos. Recuperar estos procesos de enseñanza y la evaluación como el lugar que genera información respecto de la calidad de la propuesta de enseñanza, no como medio de exposición para la humillación, resultan fundamentales para brindar un terreno fértil a la construcción de subjetividades.

Por su parte, “los/as artistas suelen ser alborotadores porque su trabajo se enfrenta a los modos habituales de ver y desafían a repensar cómo se podría experimentar el mundo” (Eisner 2004), ante esto queda decir más artistas y menos alumnos. Tomen lo académico, tomen a su vez sus formas de aprendizaje por fuera de estos dispositivos, cuestiones, armen y desarmen. Pongan la propia subjetividad en juego. Hagan arte.

Durante muchos años se desestimó el factor afectivo en los ámbitos de formación, a tal punto que muchos se vieron desafectados de la música. Se debe recuperar el compromiso con el deseo de enseñar y el deseo de aprender, dentro y fuera de las academias musicales.

La educación es un deseo que no nos han enseñado a ejercer (Maldonado, 2013) y la música peligra de quedar por fuera de nuestros deseos con estos dispositivos clásicos y rígidos. La música es un deseo que no nos han enseñado a ejercer, queda en manos de los/as artistas y formadores revertir esto.  

BIBLIOGRAFÍA

  • Arazi, S. (2017). Psicoanálisis y Música: ¿Una articulación posible?. Buenos Aires, Letra Viva.
  • Eisner, E. (2004). El arte y la creación de la mente, Barcelona, Paidós.
  • Fernández, B. & Escoda, F. (2015). La psicología de la música y el miedo escénico en los conservatorios: Una realidad en la sombra. II Congreso Nacional de Conservatorios Superiores de Música. Madrid.
  • Gheiler, M. (2012) La educación desde el psicoanálisis.  Del encuentro al vínculo en la relación docente alumno. Pag 61. Odette Vélez (compiladora). Ed. UPC
  • Jorquera Jaramillo, M.C. (María Cecilia) (2006). Educación musical: Aportes para su comprensión a partir del origen de la disciplina. Revista de Investigación en la Escuela.
  • Litwin, E.: (1999): La evaluación un campo de controversias y paradojas o un nuevo lugar para la buena enseñanza. En CAMILLONI y otros: La evaluación de los aprendizajes en el debate contemporáneo. Paidós.
  • López Molina, Eduardo A. (2012) ADOLESCENCIA/S Y JUVENTUDES DE HOY, INSTITUCIONES DE AYER: TENSIONES, CONFLICTOS Y DILEMAS, En: Horacio Ferreyra y Silvia Vidales (comps.), Hacia la innovación en Educación Secundaria. Reconstruir sentidos desde los saberes y experiencias, Córdoba, Argentina. Edit. Comunicarte.
  • Maldonado, H compilador (2013) Aportes para mejorar los aprendizajes en la Universidad. UNC.